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dijous, 24 de maig del 2012

Quines conseqüències tendria un rescat per a Espanya?

(Revista Expansión 24/05/12).
En mayo de 2010, Europa decidió lanzarle un salvavidas a la casi ahogada Grecia.
El Fondo de Estabilización Financiera, esa caja dotada con 440.000 millones de euros, serviría para evitar la quiebra del país heleno y de cualquier economía europea en situación de riesgo. Con la aportación del FMI y de la Comisión Europea se formaría un colchón total de 750.000 millones de euros. Pero, ¿cómo llega un país a esa situación?

Los Estados se financian de varias formas, una de las principales es la emisión de deuda pública. Si un país tiene una economía sólida y los mercados confían en él, no tendrá dificultades para vender su deuda pagando, además, un interés bajo por ella. Pero si, como le ocurrió a Grecia, su deuda no resulta atractiva a los inversores, puede acumularse y terminar arrastrando al país a la quiebra.

El mecanismo fue el siguiente: la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional prestarían dinero al Estado (no a sus bancos) a un tipo de interés inferior al que imponía el mercado. Así, el país rescatado podría aguantar una temporada sin necesidad de acudir al mercado para colocar su deuda.

Pedir un rescate es algo voluntario. Europa puede insinuar o aconsejarle que pida ayuda, pero el Estado, al gozar de soberanía, tiene (en principio) la última palabra.

Cuando la acumulación de deuda es muy grande, los acreedores son los primeros interesados en que se produzca el «rescate» y normalmente insistirán al país para que lo acepte y así asegurarse su devolución. «Al "médico" le llamas tú, pero lo lógico es que si hay muchas presiones de Europa, termines cediendo al rescate», asegura Rafael Pampillón, experto del Instituto de Empresa.

De los tres países rescatados hasta el momento (Grecia, Portugal e Irlanda), los dos últimos se resistieron a recibir ayuda.

Los países de la eurozona y la Comisión Europea querían que Dublín aceptara el rescate a causa de los «graves problemas» de su sector bancario. La limpieza iba a costar alrededor de 50.000 millones de euros, disparando el déficit público hasta el 32%. Sin embargo, los irlandeses rehuyeron la ayuda ofrecida, alegando que contaban con financiación para el sector público «al menos hasta mediados de 2011».

También el ministro portugués de Finanzas, Fernando Teixeira Dos Santos, comunicó a sus colegas que su país no tenía ninguna intención de pedir ayuda del fondo. Aunque como se sabe, terminaría aceptando.

La negativa previa tenía un sentido. La Unión Europea no actúa como mecenas, sino como prestamista y, como tal, quiere siempre una contrapartida. El país rescatado deberá tomar medidas para reducir su déficit que, en muchos casos, serán dolorosas. Según Pampillón, «el Estado pierde todo poder de decisión en política económica, fiscal, laboral y gran parte de la exterior».

Como consecuencia del rescate, Grecia tuvo que subir el IVA al 23%, mandar 150.000 funcionarios a la calle, bajar las pensiones un 21% y reducir el salario mínimo hasta los 585 euros.

Es más, desde que se aprobó el primer rescate, el poder adquisitivo de los griegos ha disminuido, han cerrado más de 60.000 negocios y el paro se ha duplicado.

Según la opinión de algunos expertos, el programa impuesto a Grecia es tan duro que podría tener un efecto pro-cíclico, que finalmente acentuaría la tendencia a la depresión económica. Rafael Pampillón afirma que «un ajuste a corto plazo sangra al país y le empobrece, pero a largo plazo es positivo». Sin embargo, añade que «un país intervenido es visto por los mercados como un país con problemas y eso le puede perjudicar».

¿Y España?

Las políticas económicas desplegadas en los Estados europeos que ya han sido salvados ofrecen una idea de lo que podría suceder en España si ésta sigue los mismos pasos. «Los patrones del plan de ajuste son todos muy parecidos», afirma Pampillón. Además, «lo que nos está pasando ahora en materia de recortes puede ser un buen termómetro de lo que nos podría pasar si nos intervienen».

Aun así, Rafael Pampillón cree que no deberíamos hacernos esta pregunta: «España no será intervenida formalmente por qué su deuda es relativamente baja (un 70%), en comparación con la de otros países como Italia (110%). Además, ambos son países de grandes dimensiones».

Si pese a las cifras fuéramos intervenidos, Rafael Pampillón prefiere «mirar más» a Irlanda que a Portugal o a Grecia: «Irlanda ya está creciendo. Es el único de los 3 países intervenidos que ha salido de la crisis y que también tenía un enorme problema bancario».

La crisis bancaria española sería, según Pampillón, el único posible detonante de un eventual rescate: «nosotros podemos resolver solos nuestros problemas, aunque dependemos del "agujero" del sistema bancario», afirma.

El desenlace de la crisis griega también podría jugar a favor o en contra de España. Todos los países de la zona euro deben preparar planes de contingencia individuales para afrontar una eventual salida de Grecia de la zona euro, según indicaron ayer dos funcionarios de la eurozona. Si Grecia sale del euro, Europa se juega 300.000 millones de euros públicos, de los cuáles 40.000 son españoles.